1 de abril de 2016

El aula, un espacio inclusivo, una sociedad mejor.



La inclusión educativa de las personas con autismo, es una verdad a medias, una de las grandes asignaturas de un sistema educativo más preocupado por la excelencia y los resultados académicos de sus alumnos que en educar personas. Un sistema educativo que  fomenta y consolida una sociedad poco respetuosa, intolerante y nada preparada para acoger la diversidad de las personas que la conforman.

Y es que hay días que uno escribe con la cabeza, pero hoy no puedo evitar escribir con el corazón, como madre y como docente. Será que este año ha sido especialmente duro, que muchos de nuestros niños han sido invitados a abandonar del sistema educativo ordinario para poder recibir la oportunidad educativa que necesitan.

La realidad de algunos de estos niños en las aulas ordinarias es difícil ya que los centros no cuentan con los recursos, las estrategias ni los conocimientos necesarios para ayudarlos a avanzar en su proceso educativo. Pero más allá de recursos materiales, y aun habiendo muchos centros en los que la voluntad e implicación de los profesores consiguen que la inclusión escolar de nuestros hijos sea una realidad, en algunos centros la realidad aún no es así.

De nada sirve que constantemente se nos recuerde que hay una ley que garantiza la escolarización de todos los niños en centros ordinarios, la realidad nos demuestra que no se cumplen estos derechos. Seguimos claudicando ante el sistema, rezando para que no nos retiren las pocas ayudas que se nos ofrecen, bajamos la cabeza ante injusticias por miedo a que la situación de nuestros hijos en el centro empeore, seguimos reclamando unos derechos que nos pertenecen. Me duele ver como las familias aceptamos esta realidad como la normalidad, como la única posibilidad para nuestros hijos.


Es por eso que este año, al igual que muchos otros antes, mi deseo es una inclusión escolar real para las personas con autismo. La diversidad nos enriquece, las capacidades diferentes suman. Somos profesionales y debemos ofrecer la oportunidad para que todos nuestros alumnos sean capaces de disfrutar de su experiencia educativa y consiga potenciar al máximo sus capacidades, es decir, ofrecerles la mejor oportunidad educativa. De nosotros depende hacer de nuestras aulas un espacio inclusivo, una sociedad mejor.

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